miércoles, 29 de septiembre de 2010

Cambio de rumbo

Estamos en la previa de un partido importante, trascendental casi, en caso de salir derrotados del siempre temible estadio del Borussia de Dormunt. Una previa marcada, indudablemente, por el debut en el banquillo de nuestro equipo de Gregorio Manzano. La destitución de Antonio Álvarez, tan sevillista como tu y como yo, pero no por ello capacitado para llevar el rumbo de una plantilla del nivel de la del Sevilla Fútbol Club, - luego hablamos de ellos- pone fin a más de dos años de insolvencia técnica en el banquillo de Nervión. No voy a insistir más en el tema; basta leer mis post anteriores para conocer de sobra cual es mi severa opinión sobre la perniciosa permanencia en el banquillo de dos grandes sevillistas, pero al mismo tiempo, mediocres entrenadores.

Manzano tiene por delante, además de un ilusionante trabajo, por usar sus propias palabras, una árdua tarea apara revertir una situación en la que, desde el punto de vista deportivo, muchos creen –yo no – que en la vulgarización del juego de nuestro equipo, hay muchos más responsables que los dos entrenadores cesados. Y lo va a tener, en mi opinión, muy fácil. Sencillamente porque hacerlo peor es prácticamente imposible.

Quienes teorizan que Monchi y del Nido son igualmente responsables de esta sangría decadente en la que se había convertido nuestro equipo, no sólo se equivocaran cuando el trabajo de Manzano de sus frutos, sino que se demostrará que quienes, ladinamente extienden esa opinión, están en la tarea de cargarse el proyecto deportivo que nos han dado la gloria deportiva a todos los sevillistas en esta primera década del Siglo XXI.

Los teóricos de la insurgencia contra Del Nido-Monchi-, aquellos que utilizan su arsenal mediático para poner en solfa el proyecto que nos ha hecho jugar durante siete años consecutivos en la élite del fútbol europeo, sólo persiguen, en algunos casos con rapaz nocturnidad, la quiebra del modelo deportivo que ha hecho engrosar nuestras vitrinas con seis títulos más y representar con honor y orgullo al futbol sevillano en medio planeta.

Quienes hablan, sin sonrojarse, de “fracaso en la planificación deportiva de la temporada” en pleno mes de Septiembre, solo buscan desestabilizar la planta noble del Ramón Sánchez Pizjuán, aún a sabiendas de que con ello sólo tratan de cercenar y dinamitar algo más que a un Presidente y a un Director Deportivo. Allá por Mayo, como se hace en todos los clubes, habrá tiempo de hacer balance y será el momento de hablar de fracaso en la planificación. ¿pero en Septiembre? Quien afirma eso en Septiembre, con la mayoría de los equipos en rodaje, sólo puede hacerlo desde la memez más obtusa, o desde el influjo de la inquina, el odio, la envidia o el tonteo que produce en sus grises cerebros, la baba verde.

Todas las plantillas del mundo son mejorables, por supuesto, pero ¿es la nuestra, con cerca del ochenta por ciento de sus componentes internacionales peor que la del Racing de Santander, Deportivo de la Coruña, Hércules, Sporting de Braga o PSG?. Permitidme que lo dude. Manzano pondrá las cosas en su sitio, porque en mi opinión, sólo teníamos un problema de entrenador. ¿Cuántas plantillas mejores que esta ha tenido en su carrera profesional Gregorio Manzano? ¿Era mejor la del Mallorca del año pasado cuando por solo un gol –el de Rodri en Almería- el equipo balear se quedó fuera de la Champions?

No. No tenemos un problema con la cualificación de esta plantilla, aún a sabiendas de que ya no están con nosotros futbolistas muy importantes. Y Manzano se encargará de demostralo. El transformará lo que es hoy un equipo sin ideas, sin carácter, sin rigor defensivo, sin creatividad en el medio del campo, sin fe ni autoestima, sin ilusión y sin identidad, vulgar y mediocre, sin condición física, sin hechuras de equipo bien trabajado, sin orden táctico, sin crédito ante los demás, sin confianza en sus posibilidades, en un grupo radicalmente distinto. Como ha hecho Quique Sánchez Flores en el Atlético de Madrid. Moviendo adecuadamente los hilos, el vestuario, la motivación del grupo y usando el sentido común.

No será mañana –con independencia del resultado en Dormunt – ni pasado mañana, ni la semana que viene, ni quizás el mes próximo, pero a la larga, no lo dudéis, el trabajo de Manzano devolverá, con esta misma plantilla hoy denostada y criticada por los plumillas que escriben con renglones retorcidos y tinta verde, el fútbol y los éxitos a Nervión. Y volveremos a ver la luz. Esa luz que ha estado prisionera en un túnel durante dos largos e insufribles años.

En el camino y pese a todo, hemos ganado la Copa del Rey, cierto, hemos jugado tres veces la Champions, cierto también. Pero a cambio hemos perdido, con sonoros descalabros ante Fenerbahce, CSKA y Sporting de Braga, además de mucho dinero, mucho prestigio deportivo. El mismo que ahora toca empezar a recuperar.

viernes, 24 de septiembre de 2010

¿Donde está la diversión?

El equipo está K.O. Muerto físicamente. Cortocircuitado tácticamente. Desordenado estratégicamente. Un desbarajuste en todos los sentidos que convierte al equipo en un batiburrillo donde nadie parece conocer el guión que le marca el entrenador.

¿Por qué ese paso atrás en el segundo tiempo?
¿Es el Racing un rival al que tengamos que jugarle a la contra, dándole el campo y el balón?
¿Por qué está el equipo muerto físicamente?
¿Había que quitar a Negredo, ahora que está enchufado, cuando había que ganar el partido?
¿Otra vez los cambios a falta de veinte minutos?

Por si alguien tenia dudas, hoy el equipo ha dejado meridianamente claro que no está para mantenerse en las alturas de la tabla. Una sombra de aquel que hasta hace poco era la envidia futbolística de Europa. Una caricatura comparado con el grupo que nos dio seis títulos. La grada hoy ha dictado sentencia: Álvarez debe ser cesado cuanto antes a menos que los responsables deportivos quieran convertir nuestro estadio en un infierno insoportable.

Álvarez ha demostrado no tener capacidad para dirigir a este grupo de futbolistas; no aporta soluciones cuando el equipo las necesita, da ordenes y mensajes contradictorios cada semana, reparte camisetas de titular con la misma arbitrariedad con que luego las quita. No ordena, no manda, no transmite liderazgo y el equipo se le ha caído de bruces y no se levanta. No estamos hablando de dos malos resultados como vino a decir esta noche en rueda de prensa. Estamos hablando de un batacazo tras otro, de un fracaso estrepitoso en Agosto contra FC Barcelona y Sporting de Braga. De un partido desastroso contra el Paris Saint Germain que pone en peligro seguir vivo en la Europa League. De dos partidos infames en nuestro campo recién inaugurada la temporada. De cuatro puntos que ya han volado del Ramón Sánchez Pizjuán apenas iniciado el campeonato y con dos equipos malísimos. Hablamos de la vulgarización del juego del equipo, de la ausencia de alternativas al juego de banda. El equipo no responde al primer contratiempo. Baja los brazos resignado ante cualquier adversidad. Tiene la moral por los suelos. No cree en el que manda. Comete errores de principiante que nos saca del partido con pasmosa facilidad.

Hay que parar esta caída libre, y con toda seguridad, desde mi punto de vista, el problema está en el banquillo. Lo era con Jiménez y lo sigue siendo con Álvarez. A ambos les viene grande el puesto. Con Jiménez perdimos, entre dimes y diretes, dos temporadas y media para desandar un camino que no conducía a ninguna parte. Con Álvarez no debe repetirse la historia. Cuanto antes sea cesado, antes se resolverán los problemas. Es cierto que hay determinados futbolistas que no están dando el nivel que tienen, pero esta plantilla es demasiado buena para arrastrarse y doblar la rodilla ante el Racing de Santander.

Es bueno para la entidad no prolongar innecesariamente esta incomoda y triste situación con un entrenador cuestionado profundamente por la grada y sin capacidad para resolver los problemas del equipo en el césped. Esto no es divertido, Presidente.

lunes, 20 de septiembre de 2010

Un respiro para todos

La victoria en La Rosaleda frente al Málaga y sobre todo la manera de conseguirla, ha hecho respirar a todo el sevillismo que contemplaba desanimado y perplejo el rumbo que iba tomado la trayectoria y el juego del equipo.

Sólo ha hecho falta un mínimo de sentido común en la pizarra, una cierta coherencia en las decisiones técnicas, volver a la seriedad defensiva y una disposición táctica adecuada para traernos, no sin algunos problemas, el triunfo de la capital de la Costa del Sol.

Respiramos todos, y salimos, de momento, de esa espiral negativa de juego y resultados en los que de manera endiablada se había metido el equipo y el cuerpo técnico en las últimas jornadas. Esperamos con ilusión que el triste y deplorable espectáculo que ofreció el equipo y soportó la afición en el partido contra los franceses del PSG, fuese el final de un trayecto que conducía, a marcha ligera, hacía el abismo.

La victoria en Málaga, además de justa y merecida, debe servir como autoestima para un grupo de futbolistas que encierran en sus botas mucho más fútbol del que hasta ahora hemos visto. Sin duda la debacle europea del partido contra el Sporting de Braga, dañaron las fibras más sensibles del sevillismo y también hizo mella en la confianza del equipo. Tras la eliminación de la previa de la Champions y la posterior derrota ante los parisinos del PSG, el Sevilla Fútbol Club, el equipo más grande del Sur de Europa, parecía hundido, sin capacidad de reacción, con el crédito del entrenador y de la plantilla agotado y la afición, la entendida y fiel afición de Nervión, con las uñas afiladas apuntando a la yugular de Antonio Álvarez y de cuantos – presidente y director deportivo incluidos – se dispusiera a defenderlo.

Probablemente la victoria en terreno comanche, - como es la tierra de los boquerones – haya frenado la destitución del entrenador. O quizás esta nunca estuviese planteada, quién sabe. Pero mejor así por el bien del equipo.

lunes, 13 de septiembre de 2010

La solución estaba en el banquillo

Pero Antonio Álvarez no lo vio así hasta que el partido agonizaba y el cero a cero se antojaba inamovible. En mi opinión, cerca de setenta minutos desaprovechados con mucha pólvora sentada en el banco y el Depor amenazando con llevarse todo el botín para Riazor.

Confieso que para mi, Antonio Álvarez perdio mucha parte del crédito ganado en los últimos diez partidos de liga de la temporada pasada, con los resultados negativos del mes de Agosto. Y esa opinión no ha mejorado tras el partido contra el Levante y contra el Deportivo de la Coruña. Las decisiones que viene tomando, la forma de manejar el vestuario, la ambiguedad en la que se mueve, la forma en que da y quita la camiseta de títular a determinados futbolistas, todo eso mezclado, le da a uno la sensación que el técnico de Marchena no está fresco de ideas, ni ágil en la toma de decisiones para aportar soluciones cuando el rumbo del partido lo requiere.

Dubitativo en la propuesta futbolística, amagando con el cambio de sistema, ahora el 4-4-2, mejor el 4-3-3, dando mensajes contradictorios y sin coger nunca la manija para aportar soluciones desde la banda cuando el equipo se atasca en la salida de balón, algunas veces por previsible, y otras por insistir en poner músculo – Zokora y Guarente – donde debe haber calidad, el equipo no termina de coger la onda. Pero con todos los futbolistas del Depor por detrás del balón, el músculo no era suficiente ni lo más importante hoy para derrotar al conjunto gallego.

Ofrecer soluciones es la tarea del entrenador cuando un partido se traba. Y con Renato, José Carlos, Capel, Alfaro y Luis Fabiano en el banquillo, no tiene mucho sentido apurar hasta el minuto sesenta y ocho de partido de partido para hacer los cambios que al final hizo. Demasiada ventaja para el rival dejar al delantero centro de Brasil en el banquillo, cuando el empate persistía en el marcador.

El año pasado, del Ramón Sánchez Pizjuán volaron demasiados puntos. Tantos que hizo peligrar seriamente el objetivo deportivo del club hasta el punto de que Rodri y su gol en Almería, en el último segundo del último partido de la temporada, consiguió aquél trascendental gol. Este año no puede continuar la sangría de puntos en nuestro estadio. Y hemos empezado regalando dos a un rival endeblísimo al que, como casi todos los equipos que pasaran por aquí, saben que tapando las bandas, tendrán casi todo hecho. Pudimos ganar de haber entrado alguno de los dos balones en el poste, o si el portero suplente del Depor no hubiese hecho hoy el partido de su vida salvando tres o cuatro goles cantados. Pero también pudimos perder si Lopo no falla clamorosamente ese cabezazo a un palmo de la portería.

Necesitamos, cuando los partidos se atascan, cuando el rival se coloca destrás con disciplina y orden, cuando colocan dos perros de presa tras nuestras bandas, más juego interior, algo distinto al consabido centro de Navas, Perotti o Capel. Necesitamos que el entrenador tenga un plan “B” que por lo visto tras los cambios, estaba en el banquillo inutilizado. Jugamos aceptablemente, es cierto. Queriendo siempre ganar el partido, es cierto. El equipo se vacio, es cierto. Creamos varias y claras ocasiones de gol, es cierto. Con muy mala suerte en determinados lances del partido, es cierto. Pero algunas veces, para ganar el partido hace falta además, que el entrenador acierte. Y eso tampoco ocurrió el pasado domingo.