sábado, 5 de mayo de 2012

Y parece que fue ayer….


Pero hoy dice adiós tras no sé cuantos goles, muchas tardes gloriosas de fútbol, y siete títulos bajo el brazo, el mejor jugador del Sevilla Fútbol Club que han visto mis ojos salir por la bocana de los vestuarios del Ramón Sánchez Pizjuán. Bajo esa gloriosa casaca blanca de mi equipo y con el escudo de Nervión en el pecho, Frederick Kanouté ha regalado al sevillismo los años más felices de nuestra historia reciente. Kanouté nos ha hecho sentirnos orgullosos de ser sevillista, hemos presumido de tener en nuestras filas a algo más que un futbolista y para muchos de nosotros, al menos para mí, ha sido el futbolista más grande que yo he visto vestido de sevillista en mis cerca de sesenta años de vida.

Esta noche le diremos hasta siempre y os aseguro que viviremos en Nervión uno de esos momentos mágicos para todo el que siente en rojiblanco. Se despide de su afición, la leyenda, el futbolista que nos llevó a disfrutar de la gloria aquí en la tierra, uno de los profesionales más integros que ha pisado el césped de nuestra bombonera, el hombre que hizo del fútbol un instrumento para conseguir la felicidad de los demás, el abanderado de toda una época gloriosa que quedará marcada con tinta roja indeleble en los libros de historia y en la memoria histórica del equipo más grande del sur de Europa.

Hoy marcharemos a la casa de todos lo sevillistas, a la morada de los FIELES DE NERVIÓN, para decirle HASTA SIEMPRE, a Frederick Kanouté. Poco nos importará la dureza deportiva del momento, las circunstancias negativas que rodean al club en esta coyuntura negativa, la dolorosa derrota ante el eterno rival,  el desasosiego que nos produce esta nefasta campaña deportiva, la enorme desilusión de quedarnos fuera de los puestos europeos tras ocho años consecutivos, o de constatar la incertidumbre que rodea al futuro del club, porqué a pesar de todo eso, hoy es el día de  estar con Kanouté.

Tu no lo viste jugar Papá. Pero te aseguro que hubieras disfrutado de ese futbolista como disfrutaste con Arza, Pepillo o Campanal. Te aseguro que hubieras aplaudido a rabiar cada vez que este gigante, con corazón de niño africano, levantaba sus brazos al cielo cada vez que perforaba la meta rival.

Hace hoy 9 años que subistes al tercer anillo, Papa. Y parece que fue ayer.

Un beso de mamá y tus tres hijos, estés donde estés. Nunca te olvidaremos.  

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