Era un frío 16 de diciembre de 1923. Aquél día fue la primera vez que la selección española de fútbol jugaba un partido oficial en suelo sevillano y en terreno sevillista y también la primera vez que un jugador nacido en Sevilla, y perteneciente al Sevilla Fútbol Club, vestía la camiseta del equipo nacional.
Fue en el Campo de la Avenida Reina Victoria y junto a Herminio, también futbolista del mas grande equipo del Sur de Europa, por fin pudo debutar un futbolista mágico, eléctrico, e inconmensurable: Enrique Gómez Muñoz, más conocido con el sobrenombre futbolístico de Spencer.
Aquél día, el seleccionador nacional, Luis García Ceñuda, alineó el siguiente once: Zamora, Pololo, Herminio, Samitier, Sancho, Peña, Piera, Spencer, Zabala, Alcántara y Del Campo.
El rival fue la selección vecina de Portugal y el resultado final, con victoria española por tres goles a cero, sirvió para alimentar la leyenda del “jugador número doce” e inaugurar una racha de imbatibilidad de la selección española de fútbol en los diferentes estadios del Sevilla Fútbol Club, que aún perdura.
Cuentan las lenguas antiguas, que “Spencer” ya fue convocado con anterioridad a esa fecha para jugar contra el mismo rival, pero en Lisboa. Los desplazamientos de entonces no eran los de hoy y Spencer llegó a la capital lusa con el partido ya comenzado.
Con Spencer y Herminio, el Sevilla Fútbol Club inauguraba una saga de futbolistas extraordinarios que escribieron su nombre con letras de oro en el palmarés de la selección española de fútbol cuyo último exponente ha sido, Diego Capel.
Enrique Gómez Muñoz nació en Sevilla en 1898 y tomó el apodo futbolístico de “Spencer”, por su parecido con un jugador inglés del Jerez CF, y también para camuflar su identidad ante la negativa de su padre a que se vistiera de corto.
Comenzó jugando en las filas del Victoria CF en torno a 1910, un buen equipo del barrio de Triana y luego lo hizo en el Atlético Macarena, en el Recreativo y por fin en el club de nuestros amores, donde debutó con apenas quince años en el puesto de interior derecho.
Spencer formó parte en aquella mítica delantera sevillista de los años veinte, reconocida y padecida por los rivales a los que se enfrentaba y que le apodaban “La línea del miedo”. Aquella vanguardia aportó al fútbol nacional un concepto de juego basado en la técnica, la elegancia y la eficacia ante el marco rival. Ellos fueron los que crearon, la llamada desde entonces, “escuela sevillana de fútbol”.
Esas características futbolísticas, cuyos máximos exponentes fueron aquellos jugadores del Sevilla fútbol Club, se basaban en el pase en corto, el balón jugado a ras de suelo, la rapidez en el desmarque y la agilidad en los regates, todo ello adornado con un juego afiligranado y espectacular, que hacía las delicias del publico de la época y que contrataba con el rocoso y potente juego directo de los equipos norteños,
Hoy a pocos minutos de que la selección española se enfrente a Inglaterra en nuestra bombonera, es un buen día para recordarlo.
Fue en el Campo de la Avenida Reina Victoria y junto a Herminio, también futbolista del mas grande equipo del Sur de Europa, por fin pudo debutar un futbolista mágico, eléctrico, e inconmensurable: Enrique Gómez Muñoz, más conocido con el sobrenombre futbolístico de Spencer.
Aquél día, el seleccionador nacional, Luis García Ceñuda, alineó el siguiente once: Zamora, Pololo, Herminio, Samitier, Sancho, Peña, Piera, Spencer, Zabala, Alcántara y Del Campo.
El rival fue la selección vecina de Portugal y el resultado final, con victoria española por tres goles a cero, sirvió para alimentar la leyenda del “jugador número doce” e inaugurar una racha de imbatibilidad de la selección española de fútbol en los diferentes estadios del Sevilla Fútbol Club, que aún perdura.
Cuentan las lenguas antiguas, que “Spencer” ya fue convocado con anterioridad a esa fecha para jugar contra el mismo rival, pero en Lisboa. Los desplazamientos de entonces no eran los de hoy y Spencer llegó a la capital lusa con el partido ya comenzado.
Con Spencer y Herminio, el Sevilla Fútbol Club inauguraba una saga de futbolistas extraordinarios que escribieron su nombre con letras de oro en el palmarés de la selección española de fútbol cuyo último exponente ha sido, Diego Capel.
Enrique Gómez Muñoz nació en Sevilla en 1898 y tomó el apodo futbolístico de “Spencer”, por su parecido con un jugador inglés del Jerez CF, y también para camuflar su identidad ante la negativa de su padre a que se vistiera de corto.
Comenzó jugando en las filas del Victoria CF en torno a 1910, un buen equipo del barrio de Triana y luego lo hizo en el Atlético Macarena, en el Recreativo y por fin en el club de nuestros amores, donde debutó con apenas quince años en el puesto de interior derecho.
Spencer formó parte en aquella mítica delantera sevillista de los años veinte, reconocida y padecida por los rivales a los que se enfrentaba y que le apodaban “La línea del miedo”. Aquella vanguardia aportó al fútbol nacional un concepto de juego basado en la técnica, la elegancia y la eficacia ante el marco rival. Ellos fueron los que crearon, la llamada desde entonces, “escuela sevillana de fútbol”.
Esas características futbolísticas, cuyos máximos exponentes fueron aquellos jugadores del Sevilla fútbol Club, se basaban en el pase en corto, el balón jugado a ras de suelo, la rapidez en el desmarque y la agilidad en los regates, todo ello adornado con un juego afiligranado y espectacular, que hacía las delicias del publico de la época y que contrataba con el rocoso y potente juego directo de los equipos norteños,
La “Línea del miedo” estaba formada por Escobar, Spencer, Kinké, León y Brand. Varias generaciones después, esa línea de juego ágil y preciosista se reencarnó en futbolistas sevillistas como López, Arza, Pepillo, Montero, Francisco y otros muchos.
Spencer manejaba ambas piernas con maestría y poseía un disparo a puerta letal al que imprimía un extraño efecto que hacia estragos entre los porteros. En plena madurez deportiva y una vez conseguida la internacionalidad, un desgraciado hecho terminó con su vida. Contaba apenas 28 años y una apendicitis mal intervenida, lo llevó a la muerte.
En su memoria, la Federación Sur, que entonces dirigía el inolvidable D. Ramón Sánchez Pizjuán, creó en su memoria, la Copa Spencer, que con el paso del tiempo, llegó a convertirse, por el prestigio de los equipos que participaban en ella, en el primer y más importante trofeo de fútbol amistoso que se disputaba en Andalucía.
El Sevilla Fútbol Club, inmortalizó en el mural de la fachada de preferencia del Estadio Ramón Sánchez Pizjuán, que creó el escultor Santiago del Campo, las iniciales de Spencer y Herminio, en recuerdo de la primera vez que un jugador sevillista debutaba con la selección.
Spencer manejaba ambas piernas con maestría y poseía un disparo a puerta letal al que imprimía un extraño efecto que hacia estragos entre los porteros. En plena madurez deportiva y una vez conseguida la internacionalidad, un desgraciado hecho terminó con su vida. Contaba apenas 28 años y una apendicitis mal intervenida, lo llevó a la muerte.
En su memoria, la Federación Sur, que entonces dirigía el inolvidable D. Ramón Sánchez Pizjuán, creó en su memoria, la Copa Spencer, que con el paso del tiempo, llegó a convertirse, por el prestigio de los equipos que participaban en ella, en el primer y más importante trofeo de fútbol amistoso que se disputaba en Andalucía.
El Sevilla Fútbol Club, inmortalizó en el mural de la fachada de preferencia del Estadio Ramón Sánchez Pizjuán, que creó el escultor Santiago del Campo, las iniciales de Spencer y Herminio, en recuerdo de la primera vez que un jugador sevillista debutaba con la selección.
Hoy a pocos minutos de que la selección española se enfrente a Inglaterra en nuestra bombonera, es un buen día para recordarlo.
Felicidades por su sevillismo y su afan de investigar y contar nuestra historia, pero, déjeme que le haga una pregunta;
ResponderEliminar¿Cuantas ediciones de la copa Spencer se jugaron? ¿Que equipos participaron en ella? ¿Está Vd seguro que hubo más de uan edición?
Creo que esta en un error.
Un saludo
A.Ramírez