lunes, 19 de noviembre de 2012

Las estrellas de Nervión


Todo se había confabulado para que anoche fuese una de esas noches mágicas de Nervión. Y a esa cita con la historia en sevillismo, no quisieron faltar nuestras estrellas de Nervión, aquellas que relucen especialmente intensas sobre el cielo de nuestra bombonera cuando juega el Sevilla Fútbol Club.

La familia sevillista disfrutó anoche de uno de esos partidos memorables que forman parte ya del patrimonio futbolístico de nuestro querido club de fútbol. Hasta ayer noche, los sevillistas de nuestra generación, lo habíamos visto casi todo. Habíamos gozado en las victorias y sufrido en las derrotas. Pero faltaba lo de anoche. Una goleada de escándalo ante el eterno rival. La victoria más deseada, la derrota más ansiada.  

Fue un triunfo inapelable, un marcador incontestable, una borrachera de orgullo, un baño de fútbol, un derroche de casta, una explosión de júbilo para gritar al mundo que el Sevilla Fútbol Club, sigue, como siempre ha sido en la gloriosa y centenaria historia de nuestro amado club, el equipo más grande en la ciudad más grande del mundo.

Y Nervión vibró como en aquella inolvidable noche en la que Pintiño redondeó la remontada al PAOK de Salónica, o como aquella otra en la que nuestro añorado Antonio Puerta rompió las mallas de la portería del Shalke y el corazón galopante de miles de sevillistas, sin olvidarnos de la humillación al Real Madrid con otro cuatro cero al descanso en otra gesta nunca alcanzada antes por nadie. 

Ayer fue otra de esas noches que forman parte ya y para siempre, de la leyenda de este club de fútbol, que nuestros mayores nos enseñaron a quererlo tanto.

Allí arriba, en ese bendito tercer anillo, estaban ayer noche todas nuestras estrellas asomadas al balcón de Nervión, disfrutando al ritmo que le marcaba toda la grada de Nervión. Sí toda la grada, porque un trozo de nuestra familia, volvía a donde siempre tuvo que estar, para decirle al mundo que el futbol en SeVilla se escribe con “V”, aunque algunos se empeñen en cambiar la consonante.


¡Qué te eché de menos ayer, Papá!. Pero como siempre hago cada vez que el Sevilla gana, levanté la vista hacía ese mar de estrellas blancas que se asoman al cielo de Nervión cada noche de partido y te sentí conmigo. Y cuando eso ocurre, una sonrisa vuelve a mis labios y obran el milagro de secar mis húmedas mejillas. 

A Eduardo y a mí, y a centenares de sevillistas, siempre nos consuela saber que las estrellas de Nervión se vuelven más brillantes que nunca, cuando el marcador luminoso de nuestra bombonera anuncia que el Sevilla Fútbol Club ha vuelto a ganar un derbi.  Y entre esas miles de estrellas, ahí estás tú, sonriente y feliz, la noche en que el 5-1 al eterno rival, quedó inmortalizado para toda la eternidad en la retina y en la memoria colectiva de todo el sevillismo.