lunes, 25 de octubre de 2010

Más vale morir de pie, que vivir de rodillas

Fue Dolores Ibárruri, “La Pasionaria” quien dejó para la historia esta frase lapidaria cuando las tropas de Franco, sublevadas contra la legalidad republicana, asediaban Madrid en la guerra civil.

Y poco más o menos ha venido a decir el Presidente del Sevilla Fútbol Club en la mañana de hoy cuando se ha referido a la negociación de los derechos televisivos de los clubes de fútbol: “Yo no me vendo por una pringá, como han hecho Valencia y Atlético de Madrid”. Quizás esa vehemencia en las formas de nuestro máximo dirigente, no sean las adecuadas, pero que todos piensan como él en La Liga de Fútbol Profesional y no tienen reaños para plantarse, es tan cierto como que ayer le metimos cuatro chicharitos al equipo del Presidente de la Real Federación Española de Fútbol.

Probablemente Madrid y Barcelona tengan ya asegurado, no sólo el trozo de pastel más grande, sino también el vasallaje de las comparsas que juegan a su alrededor con las migajas del poderoso. El Sevilla se ha movido en la foto y costará trabajo hacer que vuelva. Junto a él, una serie de equipos que se resisten a que otros administren con estilo feudal los dineros que genera el deporte rey en España. Casi con toda seguridad, esta batalla será dificl de ganar, pero ¿doblamos la rodilla ante la bota que quiere aplastarte?

Merece la pena perder con dignidad lo que se defiende con honor. Para los que mandan, para los que mangonean, para los voceros de los que mandan y mangonean, otra vez el Sevilla Fútbol Club se cruza en su camino. Otra vez, como aquella en la que el grupo PRISA quiso doblarnos el espinazo, volvemos a ser el abanderado de quienes pretenden que todo siga igual en los próximos cien años. Otra vez tienen a un Presidente que ni comulga con ruedas de molino, ni tolera que pisoteen el nombre, la historia, el orgullo, la dignidad y el escudo del Sevilla Fútbol Club.

Otro día hablaremos de Romaric, el paquete que compró Monchi, y de O’Fabuloso, un apático e indolente futbolista con la cabeza puesta en un grande de Europa y que fue delantero centro de Brasil por casualidad, o de ese espigado delantero sin nombre en el fútbol y sin gol en sus botas que venía de un mediocre equipo de Londres, o de la retirada prematura que algunos habían pronosticado a Renato o a Palop, o de Negredo, un futbolista sobrevalorado según algunos, o si quieren hasta podemos hablar del Mago de Oz y la plantilla tan mala que tiene.

Todo eso será otro día, porqué hoy toca hablar de que el Presidente del Sevilla Fútbol Club, ha puesto las cosas en su sitio. Lo demás son cuentos chinos, los mismos que nos cuentan a diario algunos plumillas de esta ciudad a los que se le emborronan los folios de sus crónicas entre la sangre roja de sus arañazos y la bilis verde de sus vómitos.

jueves, 14 de octubre de 2010

La familia sevillista cumple 105 años

105 años de gloria deportiva, de orgullo sevillista, de pasión blanquirroja, de sentida alegría, de henchido corazón blanco, de mágica fuerza, de sentimientos apasionados, de fraternal cariño, de fuerza en la victoria, de honor en las derrotas, de pechos níveos con el corazón en forma de escudo, de sangre roja enaltecida en la grada de Nervión, de señorío deportivo, de irrenunciable sevillanía, de andares erguidos, de ropaje corto y mirada larga, de nobleza revestida, de grandeza reconocida, de familia unida, de amigos emborrachados por la misma pasión, de abrazos fraternales cuando el balón besa la red, de enemigos íntimos, de llantos hermosos, de mirada noble, de sonrisas cómplices con nuestro tercer anillo, de pronunciar en nuestros labios la hermosura de tus siete silabas, de enlazar tus tres consonantes, de arroparnos con tu bandera, de llorar con ella, de disfrutar contigo, de quererte tanto....Sevilla Fútbol Club.
¡Que grande eres, Sevilla!

lunes, 4 de octubre de 2010

El Mago de Oz, el Búho desplumado, los Tres Cerditos y el León de la Metro

Quique habló en la previa despotricando contra un compañero. Gregorio Manzano, que jamás, yo al menos nunca lo oí, dice una palabra más alta que la otra, le respondió en el campo, dándole una soberana paliza táctica que será recordada durante mucho tiempo por el Vicente Calderón.

Entrando en materia, tras la doble victoria contra el Borussia y el Atlético de Madrid, sólo cabe hablar de giro copernicano de un equipo desahuciado antes del viaje a Dortmund, y que vuelve por sus fueros.

Detrás de esa cambio radical en el equipo – cambio en las formas, en los conceptos, en la estrategia, en el orden táctico, en la actitud de los futbolistas, en la manera de colocarse en el campo, en como recuperar un estilo de juego y una velocidad que nos hizo invencibles- en todo eso no hay nada mágico. Sólo sentido común, motivación, oficio, y por supuesto, tener una plantilla capacitada para darle la vuelta a una situación límite.

Nada de magia, solo pizarra y orden. Equilibrio y manejo de balón. Velocidad y toque. Autoestima y soluciones a cada problema. En eso consistía el secreto. Y para llegar a esto hemos desperdiciado –Del Nido y Monchi – dos largos años en los que el juego se vulgarizaba, los conceptos técnicos se perdían, la autoestima del grupo estaba por los suelos, los fichajes cuestionados, la plantilla desprestigiada, el caché del equipo en el barro y nuestros enemigos, los que siempre están ahí camuflados detrás de la mata, con las fauces abiertas, como el León de la Metro, esperando engullir este proyecto ganador que representa el Sevilla Fútbol Club y que lo dirige en la parcela institucional el mejor presidente de la historia del club, y en lo deportivo, el mejor director que nunca soñamos tener.

El equipo daba encefalograma plano antes de rendir visita a Dortmund. Antonio Álvarez no pudo ser más explicito cuando declaró: “la pizarra ya estaba gastada”. Los tres cerditos repetían a coro desde sus respectivos altavoces mediáticos, que “..no solo era un problema del entrenador”. La planificación deportiva era un desastre, los fichajes eran medianías, la vieja guardia –que nombre tan despectivo para los futbolistas que nos han dado la gloria – estaba acabada, y rizando el rizo, sentenciaban, mirando con odio, rencor y envidia, que Del Nido y Monchi eran igual de culpables que Jiménez y Álvarez, los dos entrenadores cesados, por no darle al cuerpo técnico los futbolistas que necesitaban. Son dos lastres, concluían.

Uno de esos comunicadores, camuflado en la alevosía y nocturnidad de su plumaje, no contento con su pernicioso estilo de ave carroñera, teorizó incluso, que tarde o temprano, los pitos se volverían contra el palco pidiendo la cabeza de Del Nido o la de Monchi. O puede que las dos. Ese pobre búho desplumado, confundía sus deseos con la realidad.

Mientras toda esa fauna de plumillas con baba verde – ilusionados con la posibilidad de que su equipo vuelva algún día a jugar en nuestra bombonera - y otros no menos rabiosos, pero estos con la sangre roja inyectada en sus ojos, veían una plantilla vieja, caduca, decadente y poco capacitada para cumplir los objetivos del club, llegó el Mago de Oz y de un plumazo, con media docena de entrenamientos, con muchas horas de charla con los futbolistas, con la pizarra otra vez reluciente, con la psicología necesaria en toda profesión que maneje un grupo de trabajo, puso fin a esa falacia, mil veces repetida, para convertirla en verdad, como hacía Goebels en el partido nazi, para terminar, otra vez, el debate del fin de ciclo.

No estamos, por si alguien lo piensa, que ya algunos lo dejaron caer tras la victoria en Alemania, en el efecto efervescente de un entrenador con la flor en el culo. Ni siquiera en el tópico de que “a entrenador nuevo, victoria segura”. No. Manzano es algo más. Manzano le ha dado al equipo ese plus que los buenos entrenadores tienen que aportar desde el banquillo cuando el grupo lo necesita. Lo demostró en Mallorca y lo demostrará aquí. Insisto en esa idea expresada en el post anterior al partido de Dortmund, y por tanto nada ventajista, de que teníamos exclusivamente un problema de entrenador. Nada más y nada menos. El juego era vulgar, no los futbolistas; los resultados eran malísimos, no la plantilla. El sistema no existía. El desorden táctico era insoportable.

Gragorio Manzano ha puesto punto y final a una etapa aciaga en el banquillo sevilista que ha durado más de dos años. Y ayer, cuando terminó el partido, todo el sevillismo recuperó la sonrisa en los labios. Volvió para quedarse, la alegría perdida al Ramón Sánchez Pizjuán. El ciclo continúa. Tiempo al tiempo.