martes, 15 de mayo de 2012

Ni revolución, ni inmovilismo. (Capitulo uno: La plantilla)


Terminó la temporada y como el verano es largo y dará mucho que hablar, hemos decidido desde este blog "De Granito" escribir algunas líneas para desmenuzar por capítulos las sensaciones que nos transmite el club en estos momentos de incertidumbre y las perspectivas a corto y medio plazo del equipo que nos pellizca el corazón a todos los sevillistas: el Sevilla Fútbol Club.


Asumiendo nuestra total ignorancia sobre las intenciones del accionariado actual del club, del cual formamos parte como miles de sevillistas anónimos que poseen un pequeño número de acciones, nuestro análisis y nuestras reflexiones las situamos básicamente en el aspecto deportivo e institucional, sin obviar que es imposible separar ambos aspectos de la fortaleza accionarial por quienes actualmente dirigen el club.


Lamentamos tener que empezar diciendo aquello que de manera reiterada hemos venido sosteniendo en este humilde, modesto y desconocido blog. Pero como ha quedado escrito en muchas entradas de “De Granito”, lo que ha pasado este año, era muy previsible que ocurriera. Hay consenso entre el sevillismo de cuales han sido las causas de este estrepitoso fracaso que ha expulsado a nuestro club de la élite futbolística en España y en Europa, cuando hace apenas un lustro paseábamos gloriosas las banderas sevillistas por los terrenos de juego.


La principal de esas causas, es sin duda alguna, la tan manida, repetida y certera afirmación de la falta de calidad en una plantilla que hasta hace muy poco contaba con más de media docena de futbolistas de clase “A”, y que año tras año, en las sucesivas reestructuraciones producidas, la han bajado grotescamente de categoría. La dirección deportiva del Sevilla Fútbol Club ha fracasado estrepitosamente a la hora de buscar recambios a futbolistas que nos han ido dejando en estos últimos años. Y el fracaso es doblemente grave, por cuanto no solo se ha vulgarizado la plantilla, y por consiguiente el juego en las tres competiciones donde hemos participado, sino que se ha hecho a precio de oro amenazando seriamente la estabilidad económica del club.


No ha sido nunca el Sevilla aquel club que arma su plantilla a golpe de talonario, primero porque casi nunca pudo, pero también porque en la actual coyuntura económica y con el fútbol español endeudado hasta las cejas, no se debe poner en peligro la supervivencia del mismo. Pero el caso es que el “Plan Renove” de Monchi, ha resultado ser un autentico fiasco deportivo, y de no corregirse en el futuro inmediato,  puede poner en riesgo el presente y el futuro de la entidad. 

Con los números en la mano, el Sevilla Fútbol Club, ha dilapidado en futbolistas de medio pelo, (Chevantón, Romaric, Mosquera, Zokora, Dabo, Acosta, Koné, Alexis, Spahic, Konko, Sergio Sánchez,  Duscher, Trochowski, Rakitic, Coke, Manu del Moral, Tom de Mul, Hinkel, Boulahrouz, Cigarini, Guarente, y alguno más que me dejaré en el tintero) sólo en concepto de fichajes o traspasos, más de 100 Millones de Euros. Fichas aparte. Y cuando ese dineral no tiene su correspondencia en calidad sobre el césped, el fracaso deportivo está servido.

Y sí a ese despropósito en la planificación deportiva, sostenido durante las tres últimas temporadas, de fichar a futbolistas mediocres a precio fuera de mercado en razón de su calidad, se le suma el baile de entrenadores de perfil bajo que han desfilado por Nervión, el resultado estaba cantado y no había que ser un lince para adivinar lo que ha ocurrido. 

Y ojo, que el descenso del Villarreal, es un aviso para navegantes de de lo que puede pasar en nuestro club si no se corrige a tiempo esa manifiesta falta de calidad de la plantilla.

En resumen, y para terminar este primer capítulo de nuestra  reflexión como sevillistas, hemos pasado de “comprar barato y vender muy caro”, a “comprar muy caro, y vender casi regalado”. Y cuando eso ocurre con al menos una docena de futbolistas de la primera plantilla, y a falta de talonario o de ingresos millonarios que lo remedien, lo natural es lo que ha ocurrido esta temporada. Mediocridad absoluta.

Monchi y Del Nido, quien a pesar de todo, tienen nuestra absoluta confianza y la capacidad suficiente para cambiar esta situación, porque lo han demostrado con creces y en situaciones aún peores, deben confeccionar a muy corto plazo, una plantilla acorde con los proclamados objetivos europeos del club. Lo contrario sería reconocer que esos objetivos, hoy por hoy, son una quimera. 

Estamos muy cerca, si no lo estamos ya, de que vuelva el Sevilla de casi toda la vida, aquél que sólo aspiraba a tener 43 puntos y salvar la categoría.

Continuará……

jueves, 10 de mayo de 2012

Achúcarro, el medio centro adelantado a su tiempo, nuevo dorsal de leyenda en Nervión.


Mi memoria visual apenas alcanza a recordar las últimas temporadas en activo de Ignacio Achúcarro Ayala, un futbolista paraguayo que se apropió, hace más de medio siglo, la posición de medio centro, algo tan importante en el fútbol actual. Con un porte inconfundible, pelo rubio cortado a cepillo, fornido, recio y con un físico imponente, Achúcarro era el encargado en aquel equipo de “la delantera de cristal” con Dieguez, Antoniet, Pereda y Szalay, de poner freno a adversarios tan temibles como Puskas, Di Stéfano, Kubala  o Gárate.

Achúcarro arribó a Sevilla en el otoño de 1958, el mismo año en el que fue inaugurada nuestra bombonera y cuentan las lenguas antiguas, que su debut, el 26 de Noviembre de ese año contra el Athletic Club de Bilbao de Piru Gainza, fue suficiente para que el paraguayo entrara definitivamente en el corazón del sevillismo. Ganó el Sevilla por 3-2 y ese rubio de pelo ralo, levantó con su pundonor, sacrificio y entrega, aquel partido que el Sevilla perdía al descanso por 2-0.

Achúcarro atravesó el charco desde su Paraguay natal, tras disputar y destacar con la selección paraguaya (la albirroja), en el Mundial de Suecia de 1958. Su destino estaba apalabrado con el FC Barcelona, pero una gestión de la directiva de la época hizo que Achúcarro tomara rumbo a Sevilla para formar, junto con el inolvidable Manolito Ruíz Sosa, una de las líneas medias más importantes de la historia del Sevilla Fútbol Club.

Achúcarro formó parte de aquella legendaria alineación sevillista de los años sesenta en la que nuestros padres y abuelos recitaban de memoria: Mut, Juan Manuel, Campanal, Valero, Ruíz Sosa, ACHÚCARRO, Agüero, Diéguez, Antoniet, Pereda y Szalay. El equipo lo dirigía uno de los entrenadores más carismáticos de la historia del Sevilla, el barcelonés, Luís Miró

Aquél futbolista con pinta de gladiador, fue nuestro Poulsen o nuestro Medel en la década de los sesenta. Y cuando le llegó la hora de la despedida, Achúcarro ya había jugado 278 partidos oficiales con la camiseta del Sevilla Fútbol Club, el único equipo español al que perteneció en toda su dilatada y amplia carrera futbolística durante 10 años. 

Todavía recuerdo aquel partido. Yo era un chaval de 14 años y el club le organizó un partido homenaje contra un equipo de su tierra que se encontraba de gira por España: el Guaraní. La escuadra aurinegra, se lo llevó de vueltas a su pais, a su barrio  de Tembetary en Asunción, para formar parte del equipo del Olimpia, su primer amor futbolistico con el logró clasificarse para la Copa Libertadores de 1969.

Este hombre que hoy ha recibido el homenaje del club, es Achúcarro, nuestro “Dorsal de Leyenda” que con el número seis a su espalda, continúa, tras Arza, Bustos y Campanal, la legendaria lista de futbolistas que dejaron en el club más grande del Sur de Europa, su impronta, su clase, y su huella.

Quiere las circunstancias, que Achúcarro haya sido homenajeado el mismo día que se cumplen seis años de la final de la UEFA en Eindhoven, uno de los momentos inolvidables en la memoria colectiva del sevillismo, y sin duda alguna, uno de los días más importantes para el 
fútbol en Andalucía. 

sábado, 5 de mayo de 2012

Y parece que fue ayer….


Pero hoy dice adiós tras no sé cuantos goles, muchas tardes gloriosas de fútbol, y siete títulos bajo el brazo, el mejor jugador del Sevilla Fútbol Club que han visto mis ojos salir por la bocana de los vestuarios del Ramón Sánchez Pizjuán. Bajo esa gloriosa casaca blanca de mi equipo y con el escudo de Nervión en el pecho, Frederick Kanouté ha regalado al sevillismo los años más felices de nuestra historia reciente. Kanouté nos ha hecho sentirnos orgullosos de ser sevillista, hemos presumido de tener en nuestras filas a algo más que un futbolista y para muchos de nosotros, al menos para mí, ha sido el futbolista más grande que yo he visto vestido de sevillista en mis cerca de sesenta años de vida.

Esta noche le diremos hasta siempre y os aseguro que viviremos en Nervión uno de esos momentos mágicos para todo el que siente en rojiblanco. Se despide de su afición, la leyenda, el futbolista que nos llevó a disfrutar de la gloria aquí en la tierra, uno de los profesionales más integros que ha pisado el césped de nuestra bombonera, el hombre que hizo del fútbol un instrumento para conseguir la felicidad de los demás, el abanderado de toda una época gloriosa que quedará marcada con tinta roja indeleble en los libros de historia y en la memoria histórica del equipo más grande del sur de Europa.

Hoy marcharemos a la casa de todos lo sevillistas, a la morada de los FIELES DE NERVIÓN, para decirle HASTA SIEMPRE, a Frederick Kanouté. Poco nos importará la dureza deportiva del momento, las circunstancias negativas que rodean al club en esta coyuntura negativa, la dolorosa derrota ante el eterno rival,  el desasosiego que nos produce esta nefasta campaña deportiva, la enorme desilusión de quedarnos fuera de los puestos europeos tras ocho años consecutivos, o de constatar la incertidumbre que rodea al futuro del club, porqué a pesar de todo eso, hoy es el día de  estar con Kanouté.

Tu no lo viste jugar Papá. Pero te aseguro que hubieras disfrutado de ese futbolista como disfrutaste con Arza, Pepillo o Campanal. Te aseguro que hubieras aplaudido a rabiar cada vez que este gigante, con corazón de niño africano, levantaba sus brazos al cielo cada vez que perforaba la meta rival.

Hace hoy 9 años que subistes al tercer anillo, Papa. Y parece que fue ayer.

Un beso de mamá y tus tres hijos, estés donde estés. Nunca te olvidaremos.