domingo, 28 de marzo de 2010

Sin reacción


La jornada se presentaba propicia para aprovechar las derrotas de Valencia, Mallorca y Coruña, pero en tan solo cinco minutos, el tiempo que tardó el Villareal en ponerse por delante en el marcador, se esfumó esa posibilidad.

Derrota sin paliativos de un equipo que entrega la cuchara a la menor adversidad y que está sin capacidad de reacción. Siempre que hay cambio de inquilino en un banquillo se mira con lupa cualquier atisbo de cambio, pero cuando al cuarto de hora el partido está decidido poco hay que comentar. Anímicamente el equipo está entre algodones, físicamente se ve desfondado y da la sensación que para algunos futbolistas, la competición se ha terminado.

Cuando la inercia es negativa todo se vuelve en contra y no basta con la voluntad y el pundonor del grupo. Hoy hemos vuelto a perder mostrando los mismos defectos de los últimos partidos, hemos vuelto a perder siendo muy vulnerables en defensa, y hemos vuelto a ser ineficaces ante el marco contrario. Luis Fabiano tuvo dos veces la posibilidad de meternos en el partido pero en ambas ocasiones hizo lo que no acostumbra: fallar sólo ante el portero. Es cierto que hoy al menos hemos dejado de pegar patadas al balón sin sentido, que se ha intentando tocar el balón en el medio campo pero seguimos viendo a Kanouté lejisimos del área contraria, seguimos viendo a Negredo ausente del juego colectivo, a Adriano desaprovechado en el juego de ataque y desgastándose inútilmente en el medio del campo, a los laterales muy tocados físicamente y sobre todo a un ausente Renato, que es incapaz de darle sentido al juego ofensivo del Sevilla.

Esta derrota es, sin duda alguna, producto de la inercia negativa en la que el equipo anda metido en el ultimo mes de competición – no gana en liga desde la victoria en Mallorca allá por el mes de Febrero- pero es también consecuencia de una despersonalización brutal de un equipo que lleva mucho tiempo maltratando a la pelota y al que va a costar mucho verlo jugar como antaño, entre otras cosas, porque le faltan mimbres para ello.

Loable la intención de Antonio Álvarez de pregonar al menos la voluntad de recuperar ese estilo de juego que nos hizo invencible no hace mucho tiempo, pero eso no se consigue de la noche a la mañana. Afortunadamente, al menos así lo veo yo, ya tenemos la permanencia asegurada, porque en estos nueve partidos que quedan, y salvo giro radical que no preveo, la dinámica del equipo no invita al optimismo. Aunque para no invitar al desánimo, los más optimistas dirán, y no les falta razón, que la cuarta plaza sigue estando a sólo dos puntos.

No quiero terminar este post sin mi habitual queja sobre la burda y cómica camiseta arlequinada con la que hemos vuelto a salir al campo en Villareal. Como siempre digo, el marketing es una cosa y otra hacernos comulgar a los sevillistas con colores y estilos que nada tiene que ver con nuestra historia. No somos equipo ni de rayas ni de cuadros. Y en nuestras camisetas, al menos en las dos primeras equipaciones, no debe haber hueco para ningún otro color que no sea el blanco y el rojo.

miércoles, 24 de marzo de 2010

Adiós Jiménez, adiós.


Mi tintero ha estado seco y mudo durante una larga temporada. El motivo es que no tenía nada más que decir a lo ya publicado. Como un sevillista anónimo apuntó en sus comentarios, sólo escribía cuando nuestro Sevilla no ganaba, algo que se había hecho habitual en los últimos siete partidos, contando con la desastrosa noche donde un ordenadito equipo ruso nos eliminaba con toda justicia de la Champions, dejándonos a todo, por segunda vez en los últimos tres años, con el sabor amargo de no disfrutar de los cuartos de final de la Liga de Campeones.

En realidad estaba todo dicho y era cuestión de tiempo que se tomara la decisión de destituir, dolorosamente pero acertadamente, a Manolo Jiménez. Como muchos pronosticamos el fichaje de Jiménez fue un paso atrás en lo deportivo, un viaje a ninguna parte que tres años después toca a su fin.

Jiménez ya es pasado y toca acertar en la dirección deportiva para levantar un equipo herido de gravedad, triste, cansado, devaluado y que deambulaba sin rumbo de derrota en derrota hasta la victoria final por el campeonato nacional de liga. No vamos a hacer más leña del árbol caído, máxime cuando sus raíces son tan sevillistas como las nuestras, pero no había otra salida y esperamos que no sea demasiado tarde.

Jiménez deja al equipo muy tocado, en lo anímico y en lo físico. No sé si esa rumorología de que las lesiones proceden de la mala preparación física son ciertas o no, pero desde que Manolo Jiménez se hizo cargo del banquillo, las lesiones no han abandonado nunca el vestuario de Nervión. El que venga se encontrará un equipo diezmado por la fragilidad muscular de al menos una decena de futbolistas. Se encontrara un equipo con la autoestima por los suelos. Se encontrará un equipo donde al menos media docena de futbolistas empieza a pesarle los años en el DNI. Se encontrará un equipo con varios futbolistas pensando mas en la cita mundialista de Sudáfrica, antes que en comprometerse en los objetivos deportivos del club. Se encontrará un equipo con la columna vertebral rota por las lesiones. Una ardua tarea para el que venga.

Pero por el contrario, también e encontrará con una afición que dará la cara, que estará entregada siempre, y que intentara sumar para que la entidad consiga sus objetivos deportivos. Y también la ventaja de elevar el nivel de juego del equipo, algo no demasiado dificl tras el desastroso mes de marzo que estamos padeciendo.

Tras la enésima muestra de incompetencia del equipo técnico en el partido contra el Jerez, empezamos a ver como la pesadilla termina y volverán tiempos mejores, porque ahora más que nunca, lo mejor, no lo duden está por llegar.

jueves, 18 de marzo de 2010

A mi me basta tu nombre sonándome aquí: Sevilla

Es la primera vez que escribo aquí y no seré yo quien hable, sino mi corazón. No es mi aliento, ni mi poesía, sino el recuerdo de una voz -no tan lejana- la que quiero compartir con vosotros; estas palabras que son símbolo de mi sevillismo.
Justo ahora, justo ahora que tenemos roto el corazón, que parece que todo se va a pique... Justo ahora toca recordar cuál es nuestra pasión por este nombre que suena así: Sevilla.
Como el pálpito de la sangre roja y blanca que empuja mis sentidos y mi sevillismo. Morirá mi corazón, pero quedará tu escudo.
A mi me basta tu nombre sonándome aquí: Sevilla.

A mis amigos Antonio y Miguel Ángel, corazones que son De Granito.

miércoles, 17 de marzo de 2010

Dolorosa elimación de la Champions


Con el corazón roto y las mejillas bañadas en lágrimas, escribo este post que nunca quise escribir. El CSKA de Moscú nos ha dejado en la cuneta de manera justa y dolorosa. Justa porque han sabido jugar la eliminatoria mejor en los dos partidos, y dolorosa porque el gran Andrés Palop, tantas veces decisivo en la portería, no tuvo suerte en el segundo gol del equipo ruso.

No es noche para hacer daño al escudo que queremos, ni tampoco para sacar fuera la rabia contenida tras un partido horrendo de nuestro equipo.El que escribe forma parte de esa generación de sevillistas que de no ver absolutamente nada durante décadas, disfrutó cuando su equipo llegó a ser grande en España y en Europa conquistando cinco títulos en tan solo quince meses. Y sé que eso es irrepetible. No hay pues añoranza de nada. Solo la constatación, una vez más, que hemos terminado un ciclo y que necesariamente, por el bien de nuestro club, hay que empezar a construir otro.

Con otros futbolistas y con otro entrenador. Hay media docena de jugadores que tienen muy cerca el final de su carrera y acertar en esa tarea, es trabajo de la dirección deportiva y del Consejo de Administración. Todo hubiera sido más fácil con los ingresos de la Champions, pero ahora hay que asumir, como anunció el Presidente, que los números no cuadrarán a final del ejercicio.

Sé que no es bueno para nadie cambiar de caballo a mitad de la carrera, y con toda probabilidad, Del Nido y su Consejo de Administración, acertarán manteniendo a Jiménez en el banquillo hasta final de temporada. Sobre todo porque todavía queda la final de la Copa del Rey, y falta amarrar alguna de las dos plazas que dan derecho a jugar la próxima temporada la Champions League.

Pero los que mandan, que son tan sevillistas como yo, deben saber que el crédito de Manolo Jiménez con la afición, no sé si también con los futbolistas, está
agotado. Lamentablemente hoy hemos vivido una noche aciaga en la historia reciente del Sevilla Fútbol Club. Por segunda vez en dos años, el equipo no ha pasado de los octavos de final de la Champions, y en las dos ocasiones la sensación es de que nos han eliminado rivales inferiores al nuestro.

El equipo esta noche se ha parecido demasiado a ese equipo indolente del campeonato de liga, irregular en el juego, sin saber leer el partido en cada momento, falta de actitud, blando en defensa y romo en ataque, superado físicamente por el rival – aunque parezca increíble el CSKA, nos ha ganado en el aspecto físico – y con un galimatías táctico del que hemos sido incapaces de salir. No quiero meterme a entrenador, una profesión para lo que no estoy capacitado, pero desde mi confesada ignorancia, todavía me estoy preguntado porque le regalamos al rival veinte minutos después de que se adelantaran el marcador a falta de media hora sin hacer ningún cambio.

Lo dejo ya. Aunque como miles de sevillistas esta noche tardaré en conciliar el sueño porque el palo ha sido tremendo, peor incluso que la noche del Fenerbahce. Hoy se le ha propinado un severo golpe a la autoestima de los sevillistas, se ha frenado en seco el crecimiento deportivo del club y se ha causado un grave perjuicio económico a la tesorería. Sólo queda mucha desilusión y la constatación de que estamos ante un proyecto deportivo estancado que necesita renovarse cuanto antes.

martes, 16 de marzo de 2010

Vibrára Nervión


Cita grande esta noche en Nervión para ver como nuestro Sevilla Fútbol Club, el equipo más grande del Sur de Europa, eleva hasta lo más alto el pabellón futbolístico de Sevilla, Andalucía y España.

La campaña europea del Sevilla en Europa está siendo inmaculada. Así como en el campeonato de liga la irregularidad es manifiesta, en Europa, Manolo Jiménez y sus futbolistas están brillando a gran altura tras alcanzar por segunda vez el liderato en la fase de grupos y en puertas de conseguir algo inédito en la versión nueva de la Copa de Europa: disputar los cuartos de final entre los mejores ochos equipos del continente.

Es noche grande para dejar fuera de la bombonera los malos rollos, el mal vajío y hacer piña con el equipo y su técnico. El triunfo de ellos, será el triunfo de todos los sevillistas y sólo basta con demostrar en el césped que merecemos estar entre los ocho grandes equipos de Europa. El trabajo hay que rematarlo esta noche ante un equipo ruso que tiene la obligación de ganar el partido o empatar por más de un gol para eliminarnos. Hoy vale cualquier resultado que nos clasifique, y por encima de la brillantez, está el objetivo de colarnos en el próximos sorteo de Nyon, el viernes 19 de marzo.

Esta noche está en juego el prestigio futbolístico del club para consolidarnos entre los grandes de Europa, el objetivo presupuestario de la temporada y dar un impulso enorme a la autoestima del sevillismo.

domingo, 7 de marzo de 2010

Tratado futbolístico de cómo un entrenador mediocre pierde por incapacidad un partido en campo ajeno con dos goles de diferencia a falta de media hora

Está en todos los manuales del fútbol, que cuando un equipo va ganando a domicilio por dos goles de ventaja a falta de media hora, hay que quitar a uno de tus dos delanteros, sobre todo si uno de ellos deambula como alma en pena por el césped durante todo el partido, ¿verdad Negredo?, y debes reforzar el centro del campo para evitar que el rival se meta en el partido.

El miedo a perder paralizó a Manolo Jiménez quien incapaz de reaccionar desde el banquillo, dejó que el Madrid levantara el partido en dos o tres arreones cuando cualquier otro entrenador hubiera mandado parar el partido. Con 0-2 en campo ajeno, el partido estaba finiquitado y había que saber jugarlo de forma que el rival perdiera toda esperanza de la remontada.

Sin embargo se hizo todo lo contrario. Se le dio la pelota al rival, dejamos de presionar arriba, los extremos dejaron de ser extremos, los centrales pegaban el pelotazo a la primera de cambio, y sucedió lo que ya dijo en su día un entrenador carismático: Los partidos en el Bernabeú se hacen muy largos, sobre todo para los equipos que se cuelgan sin pudor del larguero desde el mismo momento en que se pone por delante del marcador.

Los equipos grandes hay que verlos cuando van ganado uno a cero y ver que proponen. Cuando el Sevilla se adelanta en el marcador, desde el banquillo se toca a retirada y el equipo empieza a culear de manera vergonzosa, de forma que era cuestión de tiempo la remontada.

Justa victoria del Real Madrid, que siempre quiso ganar el partido, y merecida derrota de un equipo dirigido por un entrenador mediocre que desaprovechó la fortuna de ponerse cero dos en el marcador en dos acciones puntuales.
Nada que objetar a la victoria madridista, y si mucho que reprochar a un entrenador que no supo rentabilizar una ventaja de dos goles ante un equipo que tenía puesto un ojo en la liga y otro en la eliminatoria de la Champions.

Otra vez fue Guti quien él solo levantó el partido, y cuando Duscher salió para tapar la enorme brecha de agua que el dorsal 14 del Real Madrid estaba levantando, ya era demasiado tarde. El Madrid tenía el cuchillo entre los dientes y nuestro equipo acobardado y temeroso, esperaba como agua de mayo el final del partido.

Pero cuando eres cicatero con el fútbol, normalmente el mismo fútbol te castiga con un rejón de muerte, y eso fue lo que paso al Sevilla cuando recibió el tercer gol en el alargue del partido. Antes del gol de Van Der Vaart en el minuto 92, el Madrid había dado tres tiros al palo, había rematado a puerta más de una docena de veces, pudo marcar en seis o siete ocasiones clarísimas, y mientras la avalancha merengue se hacía cada vez más patente, el entrenador, paralizado por el miedo, con cara de tener los dodotis pringados, sólo hacía mirar el reloj en busca de la campana salvadora.

Disgusto grande del sevillismo, uno más, y la pregunta es fácil:
¿Por qué dejamos de jugar al fútbol cuando nos pusimos uno cero y teníamos al Madrid contra las cuerdas?
La respuesta tendrá que darla el entrenador. Aunque quizas no haga falta. Muchos ya sabemos la respuesta.