Poco fútbol sobre el patatal del Ramón Sánchez Pizjuán esta tarde noche calurosísima de finales de Julio del 2009. Partido aburrido, sin ritmo, sin velocidad, sin chispa (cosas que a estas alturas de la pretemporada no pueden estar lógicamente) el que ha ofrecido nuestro equipo en la segunda jornada de la Peace Cup, un bolo veraniego con premio en metálico que, a la respuesta del sevillismo me remito, no ha levantado el más mínimo interés.
El partido ha servido para levantar el telón de la temporada 2009-2010 en la bombonera de Nervión, y en él hemos visto una vez más lo difícil que resulta que en Sevilla, con los rigores del clima en verano, que cuaje la resiembra del césped. El terreno de juego era un autentico patatal, con césped muy alto para disimular su irregular estado, con algunas calvas pintadas de verde para disimularlas estéticamente y sobre todo levantándose en cada jugada de choque, arrancando de cuajo césped y arena. Otra temporada más, y esta vez no es por falta de previsión, el césped vuelve a dar quebraderos de cabeza a los responsables de las instalaciones que año tras año, no aciertan con el tratamiento que necesita el terreno de juego. Ni con la empresa que técnicamente pueda solucionarlo.
Lenta, muy lenta la circulación de balón, y nos vamos de la Peace Cup con más pena que gloria. El bolo de esta noche ha servido tambien para que nuestro primer equipo luzca (es un decir) esa horrenda y cómica camiseta arlequinada con tintes azulados, que para nada representan los colores históricos y tradicionales de nuestro equipo (blanco y rojo) y que mucho menos debería haber sido declarada segunda equipación oficial. El marketing, siendo importante, no debe nunca estar por encima de la tradición. No somos equipos que vistan a rayas ni cuadros.
El partido ha servido para levantar el telón de la temporada 2009-2010 en la bombonera de Nervión, y en él hemos visto una vez más lo difícil que resulta que en Sevilla, con los rigores del clima en verano, que cuaje la resiembra del césped. El terreno de juego era un autentico patatal, con césped muy alto para disimular su irregular estado, con algunas calvas pintadas de verde para disimularlas estéticamente y sobre todo levantándose en cada jugada de choque, arrancando de cuajo césped y arena. Otra temporada más, y esta vez no es por falta de previsión, el césped vuelve a dar quebraderos de cabeza a los responsables de las instalaciones que año tras año, no aciertan con el tratamiento que necesita el terreno de juego. Ni con la empresa que técnicamente pueda solucionarlo.
Lenta, muy lenta la circulación de balón, y nos vamos de la Peace Cup con más pena que gloria. El bolo de esta noche ha servido tambien para que nuestro primer equipo luzca (es un decir) esa horrenda y cómica camiseta arlequinada con tintes azulados, que para nada representan los colores históricos y tradicionales de nuestro equipo (blanco y rojo) y que mucho menos debería haber sido declarada segunda equipación oficial. El marketing, siendo importante, no debe nunca estar por encima de la tradición. No somos equipos que vistan a rayas ni cuadros.
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