La muerte de Juan Arza ha teñido de luto a la familia sevillista. Con D. Juan Arza Íñigo, “Juanito Arza” para tres generaciones de sevillistas, se va algo más que un futbolista emblemático. Se nos ha ido un trozo de la historia del Sevilla Fútbol Club.
Porque Juanito Arza era el banderín de enganche de la escuela sevillana del futbol inaugurada por Kinké y Spencer en los albores de nuestro querido club; era la filigrana en pantalón corto y el abanderado de lo que ahora llaman “juego bonito”; fue el estandarte que lideró el Sevilla Campeón de Liga en la temporada 1945-1946; el espejo donde se miraban los que querían jugar al futbol a la sombra de la Giralda; la seña de identidad de un Sevilla grande que nuestros antepasados disfrutaron durante 16 temporadas en el “Viejo Nervión”
Si sus números son abrumadores: 16 años vistiendo con orgullo la nívea casaca sevillista; 414 partidos con el escudo del equipo más grande del Sur de Europa en su pecho; 182 goles para hacer cada vez más grande al club de sus amores; único Pichichi en nuestra centenaria y gloriosa historia, varias veces internacional, cuentan los que lo conocieron personalmente que D. Juan Arza Íñigo, fue, sin ser sevillano (vino al mundo en la localidad navarra de Estella en 1923), un hombre que amó a Sevilla profundamente.
Mis recuerdos me llevan a una mañana de Día de Reyes en Sevilla a principios de los años sesenta en el Ramón Sánchez Pizjuán. A nuestro estadio me llevaba mi padre a ver a Juanito Arza cuando ya retirado del fútbol, “El Niño de Oro” se calzaba las botas para disputar uno de aquellos partidos amistosos en beneficio de la Cabalgata de Reyes Magos. A mi padre se le caía la baba viéndole corretear con el balón, viendo como levantaba la cabeza en busca de Campanal, o de Diéguez como en los viejos tiempos. Esos son mis recuerdos de infancia en el Ramón Sánchez Pizjuán, y la única vez que ví a Juanito Arza vestido de futbolista.
Juanito Arza, fue el símbolo del sevillismo en la España de blanco y negro; el ídolo de una generación de sevillistas que vio ganar la Liga al equipo de nuestros amores. Fue nuestro entrenador cuando la época de vacas flacas llegó a Nervión. Fue la pasión encendida de nuestros padres, cuando saltaba al césped vestido de corto y blanco con la camiseta y el escudo del Sevilla Fútbol Club. Fue uno de los grandes del fútbol español y fue uno de los nuestros.
Juanito Arza, tenía las llaves de nuestra bombonera donde acudía cada mañana a corretear la banda. Esas mismas llaves le servirán a partir de ahora para abrir simbólicamente el Paraíso de nuestro tercer anillo. In memorian
Porque Juanito Arza era el banderín de enganche de la escuela sevillana del futbol inaugurada por Kinké y Spencer en los albores de nuestro querido club; era la filigrana en pantalón corto y el abanderado de lo que ahora llaman “juego bonito”; fue el estandarte que lideró el Sevilla Campeón de Liga en la temporada 1945-1946; el espejo donde se miraban los que querían jugar al futbol a la sombra de la Giralda; la seña de identidad de un Sevilla grande que nuestros antepasados disfrutaron durante 16 temporadas en el “Viejo Nervión”
Si sus números son abrumadores: 16 años vistiendo con orgullo la nívea casaca sevillista; 414 partidos con el escudo del equipo más grande del Sur de Europa en su pecho; 182 goles para hacer cada vez más grande al club de sus amores; único Pichichi en nuestra centenaria y gloriosa historia, varias veces internacional, cuentan los que lo conocieron personalmente que D. Juan Arza Íñigo, fue, sin ser sevillano (vino al mundo en la localidad navarra de Estella en 1923), un hombre que amó a Sevilla profundamente.
Mis recuerdos me llevan a una mañana de Día de Reyes en Sevilla a principios de los años sesenta en el Ramón Sánchez Pizjuán. A nuestro estadio me llevaba mi padre a ver a Juanito Arza cuando ya retirado del fútbol, “El Niño de Oro” se calzaba las botas para disputar uno de aquellos partidos amistosos en beneficio de la Cabalgata de Reyes Magos. A mi padre se le caía la baba viéndole corretear con el balón, viendo como levantaba la cabeza en busca de Campanal, o de Diéguez como en los viejos tiempos. Esos son mis recuerdos de infancia en el Ramón Sánchez Pizjuán, y la única vez que ví a Juanito Arza vestido de futbolista.
Juanito Arza, fue el símbolo del sevillismo en la España de blanco y negro; el ídolo de una generación de sevillistas que vio ganar la Liga al equipo de nuestros amores. Fue nuestro entrenador cuando la época de vacas flacas llegó a Nervión. Fue la pasión encendida de nuestros padres, cuando saltaba al césped vestido de corto y blanco con la camiseta y el escudo del Sevilla Fútbol Club. Fue uno de los grandes del fútbol español y fue uno de los nuestros.
Juanito Arza, tenía las llaves de nuestra bombonera donde acudía cada mañana a corretear la banda. Esas mismas llaves le servirán a partir de ahora para abrir simbólicamente el Paraíso de nuestro tercer anillo. In memorian
No hay comentarios:
Publicar un comentario