jueves, 17 de diciembre de 2009

El Socio 280


Casi 2500 sevillistas con más de 25 años de antigüedad en el carnet de socio, hemos sido invitados por el Consejo de Administración del Sevilla Fútbol Club, hoy jueves, 17 de Diciembre en nuestra casa futbolística, el Estadio Ramón Sánchez Pizjuán. Allí estaremos en palabras del Presidente José María del Nido, los incondicionales, los "FIELES DE NERVIÓN".

Son de estos actos que te llegan al alma y por el que hay que felicitar al Consejo de Administración de nuestro querido club. Es la segunda vez que me invitan, que nos invitan a los sevillistas de granito, a estar unas horas juntos, en nuestra casa, para entre otras cosas, renovar ese compromiso casi militante que los sevillistas allí reunidos, hacemos cada verano, como poco desde hace 25 años, renovando nuestro carnet de identidad sevillista.

Mi padre se fue al tercer anillo con más de 50 temporadas consecutivas renovándolo. Eran años difíciles donde casi no había para comer en casa. Recuerdo que terminaba el verano y empezaba a ahorrar peseta a peseta, para el carnet del próximo verano. No le importaba la situación deportiva y aunque tuvo la suerte de vivir la época gloriosa de los titulos en blanco y negro, entre ellos la única liga de nuestro palmarés, también vio aquella ignominiosa tarde en Linares con el equipo a punto de descender a Tercera División.

Cuando la hucha se abría, yo me quedaba esperando junto a él, a que contara el dinero ahorrado, a ver si había suficientes reales para sacar también el mío, tal y como muchas veces me prometía.

Nunca había suficiente para los dos. Éramos cinco de familia y costaba mucho esfuerzo, y con un solo sueldo, sacar la familia adelante.

-A ver si el año que viene puede ser, Antonio

Cada hucha rota era para mi una tremenda desilusión que sólo terminó cuando con el salario de mi primer empleo pude afrontar yo mismo el coste del abono anual.

Y así pasaron los años, unos tras otros, y yo me conformaba escuchando a mi padre hablar de Campanal el Gordo, de Araujo, y de Guillermo Eizaguirre, y los 10 goles al Oviedo de Lángara, los 11 que le metimos al Barcelona de Miró y Bravo, los 10 que se llevó el Valencia de Mundo, del niño Arza, de Helenio Herrera, del partido contra el San Lorenzo de Almagro...

Y luego llegaron esas temporadas infames de mediados de los sesenta, las tres temporadas en segunda de los años setenta, el partido de Linares en Mayo del 74, con la promoción a Tercera División en juego, los años de vacas flacas, el deambular sin pena ni gloria por la mediocridad más absoluta.


Pero aún así, mi padre siempre estuvo a la altura de las circunstancias y supo mantener viva la pasión sevillista y transmitirla a sus tres hijos.

El socio 280, su número de antigüedad en la temporada 96-97, la última en la que pudo disfrutar viendo a su equipo de su alma, la temporada en la que bajamos de nuevo a 2ª División fue para él la despedida de su puesto en la bombonera de Nervión.

Ahí, en la temporada 96-97, se acabó el fútbol para un sevillista cabal, para un hombre que hizo gala de su sevillismo por donde pasaba, para un padre que pasó el testigo sevillista con honor y orgullo a sus descendientes.

Él sabe que mañana, como siempre desde que se fue, estará conmigo en la cita con los “FIELES DE NERVIÓN”, porque él me enseñó a ser el sevillista que hoy soy, y a querer incondicionalmente al equipo más grande del Sur de Europa. El Sevilla Fútbol Club.

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