Pero Antonio Álvarez no lo vio así hasta que el partido agonizaba y el cero a cero se antojaba inamovible. En mi opinión, cerca de setenta minutos desaprovechados con mucha pólvora sentada en el banco y el Depor amenazando con llevarse todo el botín para Riazor.
Confieso que para mi, Antonio Álvarez perdio mucha parte del crédito ganado en los últimos diez partidos de liga de la temporada pasada, con los resultados negativos del mes de Agosto. Y esa opinión no ha mejorado tras el partido contra el Levante y contra el Deportivo de la Coruña. Las decisiones que viene tomando, la forma de manejar el vestuario, la ambiguedad en la que se mueve, la forma en que da y quita la camiseta de títular a determinados futbolistas, todo eso mezclado, le da a uno la sensación que el técnico de Marchena no está fresco de ideas, ni ágil en la toma de decisiones para aportar soluciones cuando el rumbo del partido lo requiere.
Dubitativo en la propuesta futbolística, amagando con el cambio de sistema, ahora el 4-4-2, mejor el 4-3-3, dando mensajes contradictorios y sin coger nunca la manija para aportar soluciones desde la banda cuando el equipo se atasca en la salida de balón, algunas veces por previsible, y otras por insistir en poner músculo – Zokora y Guarente – donde debe haber calidad, el equipo no termina de coger la onda. Pero con todos los futbolistas del Depor por detrás del balón, el músculo no era suficiente ni lo más importante hoy para derrotar al conjunto gallego.
Ofrecer soluciones es la tarea del entrenador cuando un partido se traba. Y con Renato, José Carlos, Capel, Alfaro y Luis Fabiano en el banquillo, no tiene mucho sentido apurar hasta el minuto sesenta y ocho de partido de partido para hacer los cambios que al final hizo. Demasiada ventaja para el rival dejar al delantero centro de Brasil en el banquillo, cuando el empate persistía en el marcador.
El año pasado, del Ramón Sánchez Pizjuán volaron demasiados puntos. Tantos que hizo peligrar seriamente el objetivo deportivo del club hasta el punto de que Rodri y su gol en Almería, en el último segundo del último partido de la temporada, consiguió aquél trascendental gol. Este año no puede continuar la sangría de puntos en nuestro estadio. Y hemos empezado regalando dos a un rival endeblísimo al que, como casi todos los equipos que pasaran por aquí, saben que tapando las bandas, tendrán casi todo hecho. Pudimos ganar de haber entrado alguno de los dos balones en el poste, o si el portero suplente del Depor no hubiese hecho hoy el partido de su vida salvando tres o cuatro goles cantados. Pero también pudimos perder si Lopo no falla clamorosamente ese cabezazo a un palmo de la portería.
Necesitamos, cuando los partidos se atascan, cuando el rival se coloca destrás con disciplina y orden, cuando colocan dos perros de presa tras nuestras bandas, más juego interior, algo distinto al consabido centro de Navas, Perotti o Capel. Necesitamos que el entrenador tenga un plan “B” que por lo visto tras los cambios, estaba en el banquillo inutilizado. Jugamos aceptablemente, es cierto. Queriendo siempre ganar el partido, es cierto. El equipo se vacio, es cierto. Creamos varias y claras ocasiones de gol, es cierto. Con muy mala suerte en determinados lances del partido, es cierto. Pero algunas veces, para ganar el partido hace falta además, que el entrenador acierte. Y eso tampoco ocurrió el pasado domingo.
Confieso que para mi, Antonio Álvarez perdio mucha parte del crédito ganado en los últimos diez partidos de liga de la temporada pasada, con los resultados negativos del mes de Agosto. Y esa opinión no ha mejorado tras el partido contra el Levante y contra el Deportivo de la Coruña. Las decisiones que viene tomando, la forma de manejar el vestuario, la ambiguedad en la que se mueve, la forma en que da y quita la camiseta de títular a determinados futbolistas, todo eso mezclado, le da a uno la sensación que el técnico de Marchena no está fresco de ideas, ni ágil en la toma de decisiones para aportar soluciones cuando el rumbo del partido lo requiere.
Dubitativo en la propuesta futbolística, amagando con el cambio de sistema, ahora el 4-4-2, mejor el 4-3-3, dando mensajes contradictorios y sin coger nunca la manija para aportar soluciones desde la banda cuando el equipo se atasca en la salida de balón, algunas veces por previsible, y otras por insistir en poner músculo – Zokora y Guarente – donde debe haber calidad, el equipo no termina de coger la onda. Pero con todos los futbolistas del Depor por detrás del balón, el músculo no era suficiente ni lo más importante hoy para derrotar al conjunto gallego.
Ofrecer soluciones es la tarea del entrenador cuando un partido se traba. Y con Renato, José Carlos, Capel, Alfaro y Luis Fabiano en el banquillo, no tiene mucho sentido apurar hasta el minuto sesenta y ocho de partido de partido para hacer los cambios que al final hizo. Demasiada ventaja para el rival dejar al delantero centro de Brasil en el banquillo, cuando el empate persistía en el marcador.
El año pasado, del Ramón Sánchez Pizjuán volaron demasiados puntos. Tantos que hizo peligrar seriamente el objetivo deportivo del club hasta el punto de que Rodri y su gol en Almería, en el último segundo del último partido de la temporada, consiguió aquél trascendental gol. Este año no puede continuar la sangría de puntos en nuestro estadio. Y hemos empezado regalando dos a un rival endeblísimo al que, como casi todos los equipos que pasaran por aquí, saben que tapando las bandas, tendrán casi todo hecho. Pudimos ganar de haber entrado alguno de los dos balones en el poste, o si el portero suplente del Depor no hubiese hecho hoy el partido de su vida salvando tres o cuatro goles cantados. Pero también pudimos perder si Lopo no falla clamorosamente ese cabezazo a un palmo de la portería.
Necesitamos, cuando los partidos se atascan, cuando el rival se coloca destrás con disciplina y orden, cuando colocan dos perros de presa tras nuestras bandas, más juego interior, algo distinto al consabido centro de Navas, Perotti o Capel. Necesitamos que el entrenador tenga un plan “B” que por lo visto tras los cambios, estaba en el banquillo inutilizado. Jugamos aceptablemente, es cierto. Queriendo siempre ganar el partido, es cierto. El equipo se vacio, es cierto. Creamos varias y claras ocasiones de gol, es cierto. Con muy mala suerte en determinados lances del partido, es cierto. Pero algunas veces, para ganar el partido hace falta además, que el entrenador acierte. Y eso tampoco ocurrió el pasado domingo.
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