Corría la temporada 1997-1998, presidía el club, Rafael Carrión, y mi padre, socio número 280 en aquella época y con más de 50 años de carnet, le escribió una carta, que todavía conservo, en la que le solicitaba, a él y a su consejo de administración, que pusiera en marcha desde la entidad algún tipo de iniciativa que reconociera la fidelidad del sevillismo militante. Ni Rafael Carrión ni nadie de su Consejo de administración, tuvo la dignidad de contestar a esa carta del socio número 280, y mucho menos poner en marcha iniciativas de agradecimiento a quienes año tras año, cada verano, hacían cola en las taquillas del estadio para sacar el abono de temporada. Ni mi padre, ni muchos otros sevillistas de aquella época, pudo disfrutar de ese reconocimiento que hoy si se hace a nuestros mayores cuando cumplen años (o temporadas) de fidelidad al Sevilla Fútbol Club.
Y esa es la gran diferencia entre el Sevilla de antes, el de Carrión, el de Caldas, el de Escobar, y el de tantos otros, con el Sevilla actual que preside José María del Nido. Y no estamos hablando sólo un problema de estructuras, que también, ni de la capacidad de dirigir al club en esa doble faceta de negocio económico y resultados deportivos, que por supuesto. Es otra cosa.
Es saber cuidar a tu familia, mimar a los tuyos, darle al sevillismo más fiel el sitio que le corresponde por derecho en esta gloriosa entidad centenaria. Es valorar a los “Fieles de Nervión” como el mejor tesoro del sevillismo, reconocer desde la dirección del club, lo que aquella humilde carta a Carrión, solicitaba el socio 280 y que nunca tuvo contestación. Es hacernos sentir a todos como parte fundamental de la historia de este querido club por encima de resultados, penurias económicas, y vaivenes deportivos. Es saber equilibrar desde la dirección del club, el negocio y los sentimientos.
Ese es el gran mérito del actual consejo de administración que preside José María del Nido con la convocatoria, por tercer año consecutivo, para que los "Fieles de Nervión", disfrutemos en familia de nuestro sevillismo inagotable, de nuestra pasión en blanquirojo, de nuestra fidelidad al escudo y a la bandera más hermosa que jamás hubo en la España futbolística.
Allí, en las entrañas del viejo Nervión, bajo el graderío de fondo, nos congregaremos dentro de un rato varios miles de sevillistas para, como siempre, sacar pecho con nuestro escudo, arroparnos en nuestra bandera, y dar, una vez más, un paso al frente cada vez que el club nos necesite. Eso es lo que no entendió Carrión, ni ninguno de los que estuvieron presidiendo el club en aquellos lamentables años, donde el sevillismo fue vilmente maltratado y ninguneado.
Allí, en nuestra casa, se dará cita hoy el sevillismo de granito. ¡Viva el Sevilla!
No hay comentarios:
Publicar un comentario